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lunes, 9 de febrero de 2009

La enseñanza de la economía


Alfredo Bateman*


 El profesor Lauchlin Currie, de lejos uno de los mejores economistas que se haya preocupado por los problemas de la sociedad colombiana, hace cerca de 44 años, precisamente cuando comenzaba a expandirse el neoliberalismo económico bajo la orientación de la escuela de Chicago en cabeza del Nobel de economía Milton Friedman, escribió un importante texto acerca de la enseñanza de la economía: “la enseñanza de la economía: la economía en un país en desarrollo”.


 En él, el profesor Currie manifestaba su preocupación por la forma en que se estaban formando los economistas en las universidades y, particularmente, por el énfasis que se le daba a la formación matemática y a sus aplicaciones sin ninguna correspondencia con las recomendaciones prácticas que podían llevar esas aplicaciones y ni con la forma en que ayudaban a solucionar problemas económicos reales. Afirmaba que existía en los pensum universitarios un conjunto de temas bastante avanzados y de apariencia científica calculados para llamar la atención y la capacidad únicamente del estudiante dotado matemáticamente: “estamos ante el grave peligro de minimizar la teoría, al considerarla como elemental… estamos llegando al punto donde sabemos más y más con respecto a menos y menos. Lo que debiera ser una herramienta altamente especializada de análisis económico está viniendo a reemplazar a la economía en sí, y los economistas se están convirtiendo únicamente en aquellos que pueden manejar esta herramienta especializada”.


Lo anterior no quiere decir que hoy se deba eliminar la formación matemática y el modelaje económico, incluso ni siquiera que se deba reducir su intensidad, dado que es uno de los grandes instrumentos que emplea la ciencia económica para la comprensión del comportamiento humano, pero sí que se deben replantear la forma en que se presentan los principios económicos fundamentales y la forma en que los modelos y la evidencia empírica deben ser un apoyo en la utilización de los principios en la solución de problemas concretos.


Tal vez uno de los grandes mensajes de la crisis actual es que esa forma de analizar la economía demostró su incapacidad de entenderla y, por consiguiente, de resultar de utilidad para la sociedad y, por el contrarío, tiende a profundizar algunos de los grandes desafíos contemporaneos, como la desigualdad. Como dijera el Presidente Obama, el mercado funciona y es el mejor asignador de recursos que conocemos, pero ese mercado debe ser regulado de manera inteligente y la sociedad requiere de profesionales capacitados para esa difícil labor.


Con el fracaso del neoliberalismo y el advenimiento de una nueva teoría, qué duda cabe, se deben realizar cambios en la forma en que se enseña economía. Algunas universidades en América Latina resultaron muy eficientes a la hora de ajustar sus currículos académicos en la era del neoliberalismo y eso les trajo grandes contraprestaciones en materia política y rentabilidad, dado el prestigio que adquirieron los tecnócratas que formaban con esa orientación.


Es hora que estas mismas universidades o algunas otras sean igual de eficientes e inculquen a sus estudiantes que los supuestos importan, que no basta con la elegancia matemática y que deben aportar elementos para mejorar la calidad de vida, las capacidades y los funcionamientos de la población.  



* Economísta y magister en economía de la Pontificia Universidad Javeriana