La enseñanza de la economía
Alfredo Bateman*
Lo anterior no quiere decir que hoy se deba eliminar la formación matemática y el modelaje económico, incluso ni siquiera que se deba reducir su intensidad, dado que es uno de los grandes instrumentos que emplea la ciencia económica para la comprensión del comportamiento humano, pero sí que se deben replantear la forma en que se presentan los principios económicos fundamentales y la forma en que los modelos y la evidencia empírica deben ser un apoyo en la utilización de los principios en la solución de problemas concretos.
Tal vez uno de los grandes mensajes de la crisis actual es que esa forma de analizar la economía demostró su incapacidad de entenderla y, por consiguiente, de resultar de utilidad para la sociedad y, por el contrarío, tiende a profundizar algunos de los grandes desafíos contemporaneos, como la desigualdad. Como dijera el Presidente Obama, el mercado funciona y es el mejor asignador de recursos que conocemos, pero ese mercado debe ser regulado de manera inteligente y la sociedad requiere de profesionales capacitados para esa difícil labor.
Con el fracaso del neoliberalismo y el advenimiento de una nueva teoría, qué duda cabe, se deben realizar cambios en la forma en que se enseña economía. Algunas universidades en América Latina resultaron muy eficientes a la hora de ajustar sus currículos académicos en la era del neoliberalismo y eso les trajo grandes contraprestaciones en materia política y rentabilidad, dado el prestigio que adquirieron los tecnócratas que formaban con esa orientación.
Es hora que estas mismas universidades o algunas otras sean igual de eficientes e inculquen a sus estudiantes que los supuestos importan, que no basta con la elegancia matemática y que deben aportar elementos para mejorar la calidad de vida, las capacidades y los funcionamientos de la población.
* Economísta y magister en economía de la Pontificia Universidad Javeriana