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jueves, 27 de mayo de 2010

Unas elecciones definitivas

Cada día resulta más evidente que estamos viviendo el proceso electoral mas interesante de la historia reciente del país, más aun, cuando se tiene en consideración la historia reciente de las elecciones presidenciales. Ha sido un proceso donde han abundado los debates, las propuestas y un inusitado interés de la sociedad en el proceso democrático.

Siempre me he considerado una persona interesada en la política y creo profundamente que solamente mediante la participación y discusión política es como nos convertimos en ciudadanos e individuos autónomos en el sentido de Aristóteles: quien es capaz de gobernar y ser gobernado. Esa participación me ha llevado a participar activamente en las diferentes campañas electorales, nunca en las estructuras partidistas y en sus dinámicas internas, pero siempre en el día a día en la discusión con las personas a mi alrededor; apoye con entusiasmo las candidaturas de Lucho, tanto a la presidencia en el año 2002, como a la alcaldía en el año 2004, igualmente, aunque con menos entusiasmo y un poco de resignación (tal vez porque las candidaturas que acompañe en las consultas internas salieron derrotadas) apoye las candidaturas de Carlos Gaviria y Samuel Moreno.

Como dejan ver mis decisiones en materia electoral, y a demás mis convicciones políticas, me considero una persona de izquierda, sin embargo, por primera vez a tres días de la votación por la primera vuelta tengo muchas dudas por mi voto. Al inicio de la campaña, es decir, cuando se cayó definitivamente el referendo para re-reelegir a Uribe, me entusiasme con el proyecto del partido verde, apoye a Lucho en la consulta interna y gracias a mi confianza ciega, a más de un amigo le voy a ganar apuestas porque desde entonces afirmaba que quien ganara la consulta llegaría a la segunda vuelta. Sin embargo, las declaraciones macartistas de Mockus con relación al Polo y el excelente desempeño de Gustavo Petro en la contienda electoral, me pusieron a dudar seriamente en voto en la primera vuelta.

Creo que por fin entiendo el concepto de la encrucijada en el alma. Por un lado creo profundamente en que este país requiere un proyecto de izquierda democrática que le quite definitivamente el barniz de legitimidad que mantiene la lucha armada, sería una lástima que se siguiera desmoronando un partido como el Polo Democrático que tanto esfuerzo costo construir, además construido sobre la muerte y la persecución, aun vigente, de personajes como Jaime Bateman, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo, para mencionar solo algunos de los grandes hombres que dieron su vida por la construcción de una sociedad democrática.

Por el otro, lamento que la izquierda haya perdido la oportunidad histórica de representar una forma distinta de hacer política y de luchar frontalmente contra las costumbres clientelistas y por el contrario haya caído en ellas, igualmente que nuevamente hayamos sido incapaces de mantener un partido abierto a todas las corrientes al interior de la izquierda democrática.

En definitiva, creo que el proyecto de la izquierda democrática requiere un segundo aire, en el Polo debe haber un proceso de renovación que interprete la izquierda del siglo XXI, muy distinto del socialismo del siglo XXI, radicalmente democrática y sin sectarismos de ningún tipo y ello solo es posible con una derrota electoral, por eso el mensaje del electorado tiene que ser un claro rechazo a las tradicionales costumbre políticas, vengan de la orilla ideológica que provengan, por lo tanto, apoyare el proyecto que representa sin lugar a dudas la renovación de las formas de hacer política, el proyecto de Antanas Mockus y el Partido Verde.