En las últimas semanas hemos visto hacer realidad dos grandes caídas económicas por demás anunciadas, que si bien de magnitudes y repercusiones extremadamente diferentes, tienen más elementos en común de lo que se suele pensar: la de las inversiones de fraude piramidal a lo largo de todo el territorio nacional y la de grandes empresas hipotecarias, financieras y aseguradoras en wall street.
El primer paso para que una de las actuales pirámides sea “exitosa” es lograr convencer a sus cautos inversionistas de que no se trata de una pirámide. Mediante confusos diagramas y ecuaciones y nombres atractivos como “negocio multinivel” logran su objetivo, en otros casos cuando se requiere aun mayor nivel de sofisticación se esconden en mercados como el de divisas (forex por sus siglas en ingles). Incluso, algunos segmentos de los mercados bursátiles, financieros, hipotecarios y/o de capitales, con niveles de sofisticación matemática, que han ameritado hasta premios nobel, se han convertido en verdaderas promesas de enriquecimiento rápido y seguro con consecuencias nefastas para los que ingresaron tarde.
Robert Shiller muestra como los ciclos de retroalimentación especulativa de los mercados se terminan convirtiendo en fraudes de Ponzi (mejor conocidos como los fraudes piramidales) donde a partir de la promesa de enormes rendimientos por las inversiones realizadas y la confirmación de ello para los primeros inversores se genera un espiral de inversiones donde la gran base de la pirámide pierde su capital.
En el caso de los mercados como afirma Krugman el fenómeno es un fraude sin estafador, pero cumple las demás condiciones: i) promesa de grandes ganancias en un corto plazo confirmadas por los primeros participantes; ii) para los que estudian desde afuera la actitud de los inversores de creer en que esas ganancias sean realmente posibles son vistas como poco inteligentes, no hay nada que haga creer que las grandes ganancias se puedan mantener indefinidamente; en el caso de los mercados, que la tendencia alcista sea indefinida; y iii) muchos incrédulos inexpertos atraídos por la experiencia exitosa de sus vecinos entraran en el juego y perderán las sumas invertidas, en el caso de los antiguos inversores, los exitosos, también seguirán jugando por el efecto casino de “jugar con el dinero de la casa” y perderán también parte de lo obtenido anteriormente, sino no es que eso y mucho más.
La plata fácil siempre será un atractivo y la creatividad de los charlatanes para crear ilusiones de éxito sin importar la realidad parece ilimitada. Sin embargo, todos son llamados de atención para insistir en la importancia de: i) tener mercados competitivos y eficientes adecuadamente regulados y ii) el comportamiento irracional y particularmente el pánico y la exuberancia en el comportamiento de los mercados. En ese contexto, mucho se habla de la necesaria intervención de la superintendencia y del gobierno nacional para empresas como DMG o Drfe, pero realmente muy poco de la regulación de los mercados bursátiles e hipotecarios y sus operadores y la forma de evaluar adecuadamente el riego y minimizar, en la medida de lo posible, las consecuencias desastrosas que ocurren cuando la oferta de gente que deseosa de invertir a cualquier precio termina.