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martes, 27 de abril de 2010

Voto en blanco… o verde?

Efrain Villanueva

Para empezar quisiera agradecer a Bateman por permitirme este espacio, a los lectores de Exuberancia Irracional y, por supuesto, a los lectores de mi blog (http://elprimerintento.blogspot.com) que se hayan tomado el tiempo de leerme bajo una temática seria y totalmente diferente a la de El Primer Intento.

Estamos en época de elecciones y todo el país, independientemente de su preferencia política, está pendiente de la contienda entre candidatos que, finalmente, llevará a alguno de ellos a tener el futuro del país en sus manos. En el 2002, la primera vez que participaba en elecciones, decidí darle mi voto a Álvaro Uribe, un hombre que prometía trabajar incansablemente por acabar con uno de los principales problemas del país, la guerrilla, y hacerlo sin olvidarse de los más necesitados. Y así como fue de grande mi emoción al sentirme un ciudadano activo también lo fue la decepción al ver que nuestro presidente era solo mano fuerte pero nada de corazón grande. La situación me puso a pensar. Desde que tengo memoria escuchaba a los adultos quejarse del gobierno, de la economía, de los políticos, de la inseguridad. Nadie parecía nunca estar satisfecho ni siquiera con la persona por la que habían votado. Perdí la confianza en los políticos hasta tal punto que decidí votar sólo en blanco a partir de ese momento. Me volví anti político (en contra de los partidos políticos pero no apático o indiferente a la situación del país).

“Votar en blanco es perder el voto”, estará pensando la mayoría de ustedes. No lo veo así. No creo que las elecciones para un puesto público deban convertirse en una competencia al estilo de un reality show donde la gente elige al que mejor le cae o vota por alguien sólo porque el otro candidato no es de su agrado. Creo que la gente debe votar a conciencia, sopesando los programas propuestos, evaluando cuál es el candidato que se acerca a los ideales personales y busca lo mejor para el país y no sólo porque es el candidato de mi partido o porque es alguien que puede ayudarme a conseguir un puesto. Por eso creo que votar en blanco es una voz de protesta totalmente válida ante la forma en la que los sistemas democráticos del mundo manejan la política: a través de favores, manipulando los medios y al pueblo, representando unos ideales cuando son candidatos y luego comportándose de forma diferente cuando son elegidos, buscando favorecer a los amigos y patrocinadores de campaña (quienes son los que finalmente terminan gobernando detrás de bambalinas), intentando convencer a los congresistas/concejales que apoyen o hundan los proyectos según su conveniencia, olvidando que el objetivo de un funcionario público es el de trabajar para mejorar el país. Con eso en mente, votar por uno u otro termina siendo lo mismo aún si sus intenciones son realmente sinceras.

Si algunos creen que estoy exagerando o siendo radical, hagamos un pequeño análisis del gobierno Uribe. Le concedo que combatió fuertemente a las FARC, logró diezmarlas, disminuyeron los asesinatos, los secuestros, acabó con las pescas milagrosas. Sus defensores siempre juegan la carta de la política de seguridad democrática y pretenden mostrarlo como un Mesías. Indudablemente es una persona trabajadora que en parte creía que sus acciones eran lo mejor para el país. Sin embargo, cómo apoyar a un gobierno que se olvidó de los más pobres (que somos la mayoría), de un gobierno dispuesto a todo por el todo con tal de lograr su agenda. Mi impresión es que los uribistas creían ciegamente en el presidente, la mayoría por conveniencia y no por convicción, a pesar de la cantidad de barbaridades que su gobierno (¡de 8 años!) nos dejó.
Los falsos positivos son tal vez la mayor muestra terrorífica que sólo producir asco. ¿El fin justifica los medios? ¿Vender dulces en un bus o películas piratas en una esquina es trabajo digno? Colombia es el país con la tasa de desempleo más alta de toda Latinoamérica. Volvimos a ser el país del Sagrado Corazón de Jesús. Claro que esto es entendible teniendo en cuenta los hijos del presidente seguramente sí siguen su consejo de “dejar el gustico para el matrimonio”, ¿no? Y qué decir de nuestro procurador para quienes los homosexuales son una aberración de la naturaleza, el aborto es un pecado y denunció a la revista Soho cuando exhibió modelos haciendo una representación de la Ultima Cena y la Crucifixión. ¿Es este un procurador que puede velar por la igualdad de oportunidades y derechos para todos los colombianos sin importar en lo que cada uno cree, en sus costumbres, en sus raíces?

Qué lástima no ser hijo de un presidente. Así podría disfrutar de exenciones de impuestos, tendría derechos a zonas francas y, si alguien se mete conmigo, podría decirle a mi papi para que me defendiera, pidiendo ayuda al FBI, si es necesario. Si bien es cierto que la política de seguridad democrática le permitió a la gente volver a viajar por las carreteras del país, también es cierto que tuvo dos consecuencias nefastas: nos convertimos en el segundo país con más desplazados en el mundo y se trasladó la inseguridad a las ciudades. Aunque afortunadamente el gobierno se encargó de crear y promover subsidios para trabajar la tierra y dárselos a… ¡¡¡la gente que no lo necesitaba!!! Y el responsable, el Chicken Little Arias, salió tan campante e incluso tuvo las agallas de intentar participar en las elecciones para presidente.

Se demostró que alguien puede ser incompetente en su trabajo y, aún sí, no perderlo. Doctores (en este país se le dice doctor a cualquiera, no?) Andrés Gallego y Diego Palacios muchas gracias por nada. Gracias de corazón por mejorar las carreteras del país, gracias por entregarlas en concesión a sus amigos, gracias por intentar acabar con un sistema de salud pésimo para darnos uno peor. Pero también quiero agradecer al presidente: gracias por mantener la corrupción y la politiquería después de haber promulgado en campaña que lucharía contra ella.

Pero hoy hay un fenómeno que me está haciendo reflexionar: Antanas Mockus y el Partido Verde. Un fenómeno lleno de ideas sinceras para mejorar el país (ojalá llegue a la presidencia y no nos defraude), un fenómeno que nos ha hecho pensar como a los mejicanos en el Mundial del 2006 (¡Sí se puede! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede!), un fenómeno que nos muestra una forma de hacer política honesta y diferente, un fenómeno que ha hecho que los jóvenes, que los indiferentes, que los pobres creamos que este país no está perdido, que podemos progresar, que la educación y la salud son derechos sociales fundamentales para el fortalecimiento de cualquier nación. Un fenómeno que ojalá no vuelva a parcializar el país entre izquierda y derecha (no más eso de que si soy Uribista soy paraco o si soy de izquierda entonces soy guerrillero). Este señor, este fenómeno me ha puesto a pensar que tal vez es hora de confiar nuevamente en alguien, que las ideas de izquierda o derecha no son relevantes si lo que se busca es el beneficio de todos. ¿Es la seguridad, el acceso a la educación, a la salud, a un trabajo digno una idea de izquierda o derecha?

No estoy buscando votos para Mockus/Fajardo, no pretendo que un uribista de corazón cambié de opinión y decida votar por el Partido Verde. Mi objetivo es pedirles que cuando voten, lo hagan con la certeza de que su candidato de verdad desea trabajar sinceramente por todos los colombianos y que su anhelo de llegar a la presidencia vaya más allá de una aspiración personal por el poder. Los invito a que reflexionen pensando en el futuro y en lo que es mejor para el país, no en lo que les conviene personalmente o en luchar o sostener una ideología política que nos pueda hacer daño. No es un juego, no es una competencia, se trata del destino de más de 40 millones de personas. Yo ya lo hice y por eso, estoy a un paso de pensar en “blanco” a adquirir una tonalidad verde.

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