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jueves, 19 de junio de 2008

El efecto teflón y la exuberancia irracional

Alfredo Bateman*
El efecto teflón del Presidente Uribe, el cual le ha permitido mantener sus altas tasas de popularidad a pesar de los innumerables escándalos, se ha reproducido, a decir de sus fans en el mundo empresarial y de los negocios, no sólo a algunos de sus más allegados asesores, sino a la economía colombiana en su conjunto. Al parecer, la economía goza de la misma inmunidad ante las adversidades y por lo tanto no se verán mayores implicaciones ante los diversos fenómenos externos e internos que nos amenazan. Incluso, la ya legendaria determinación del Banco de la República por controlar a cualquier costo la inflación, así esta sea generada por fenómenos externos que no controla el ente monetario, ha sido vendida como una preocupación por ponerle el freno al crecimiento económico y lograr suavizar el ciclo. En el peor de los casos la economía sufrirá una desaceleración prevista y controlada.

Sin embargo, hay síntomas que hacen pensar que algo peor puede estar ocurriendo y que la expectativa de creer en el efecto teflón de nuestra economía, no es sino un síntoma de exuberancia irracional, que fue la frase que utilizó el anterior y legendario presidente de la FED, Alan Greenspan, volviéndose la mejor manera de anunciar la existencia, no justificada, de una tendencia alcista en los mercados.

El primer punto de alerta se encuentra en los precios por metro cuadrado que han alcanzado las edificaciones. Particularmente llaman la atención en la ciudad de Bogotá precios por metro cuadrado para apartamentos nuevos en estrato cuatro mayores a 3 millones de pesos. El Banco de la República estima que los precios de las edificaciones están sobrevaloradas en un 7,5%, sin embargo, utilizando las cifras oficiales del DANE esa sobrevaloración no es del 7,5, sino del 15%. Adicionalmente, se empiezan a ver problemas para la venta de edificaciones nuevas y síntomas en el comportamiento de la cartera morosa de los créditos, tanto hipotecarios, como de consumo, libre inversión y tarjetas de crédito.

Robert Shiller, en su libro “La exuberancia irracional” (2003) utiliza la psicología autocomplaciente del mercado para interpretar los altibajos del mercado bursátil norteamericano en los últimos años. Shiller en su libro expone varios factores que pueden mostrar la exuberancia irracional. Para el caso colombiano se puede traer a colación el triunfalismo patriótico, el cual está asociado al patriotismo y hoy en día a la lucha contra el terrorismo.

Particularmente, puede ser un factor detonante los efectos psicológicos que generan, la seguridad democrática y la lucha frontal, y de alguna manera exitosa, contra las FARC. Si bien es cierto que la seguridad es un valor esencial para generar confianza y por esa vía inversión y crecimiento económico, los análisis de fondo del comportamiento de la economía y la sostenibilidad de los actuales ritmos de crecimiento son prácticamente inexistentes. Como diría el economista Paul Krugman, con relación a la economía norteamericana y al optimismo autodestructivo que en la sociedad se respiraba: “la gran mayoría de analistas económicos se han convertido en porristas”. La popularidad del Presidente Uribe, reforzada por las actitudes criminales de una guerrilla decadente como las FARC y las torpes intervenciones del Presidente vecino, Hugo Chávez, siembran un clima de triunfalismo patriótico que nos hacen creer no solamente que las FARC serán derrotadas militarmente, sino que, seremos campeones mundiales en materia económica y en unos cuantos años el milagro económico de moda.

Nuevamente, como afirma Krugman, si bien parece que la euforia brota eternamente, las burbujas son susceptibles de reventar, no porque existan los lobos especuladores que se lucran de que ello suceda, aunque esto también ocurre, sino porque son vulnerables al pesimismo auto-infligido: “tan pronto como un número significativo de inversionistas comienza a preguntarse si la burbuja va a explotar, explota”.
* Publicado en eltiempo.com el día sabado 12 de julio de 2008

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